No lo creas. No permitas nunca que te convenzan de que los sueños que Dios te ha dado están fuera de tu alcance. Ni un miembro de tu familia, ni un entrenador, ni un supuesto amigo. Escúchalos. Sé respetuoso. Acepta la sabiduría y el apoyo. Pero recuerda que, en último término, la promesa está en ti. No en ellos.
Hasta el Rey David tuvo que levantarse por encima del rechazo. Había muchos que dudaban de él. Su padre y otros miembros de su familia no veían ninguna grandeza en él. Sin embargo, David no permitió que quienes tenían dudas acerca de él fueran quienes determinaran su destino. Dijo, "Pueden pensar que soy mediocre, pero sé que tengo semillas de grandeza. Sé que tengo lo que se requiere. Soy un ungido. Me convertiré en la persona que Dios me creó para que fuera".
De hecho, cada vez que Dios está a punto de elevarte a un nuevo nivel, enfrentarás oposición. Tendrás que luchar nuevas batallas, vencer nuevos obstáculos, tal vez personas que dudan de ti o que no te tienen en el mejor de los conceptos. En una oportunidad oí que alguien dijo, "Nuevo nivel, nuevo Luzbel".
Es fácil permitir que las voces negativas nos desanimen. Existe siempre la tentación de pensar, ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué dudan de mí? O ¿Por qué me despidieron? O ¿Por qué me ocurre una cosa después de otra?
Pero justo después de los retos de hoy vienen las victorias de mañana. Los nuevos niveles de éxito están justo al otro lado. Siempre que Dios está a punto de elevarte a un nivel más alto, te enfrentarás a una mayor oposición. Habrá nuevas batallas que luchar, nuevos obstáculos que vencer. La adversidad puede llegar a ser, en realidad, el instrumento que utiliza Dios para promoverte. Con mucha frecuencia, nuestros enemigos serán más útiles que nuestros amigos para lanzarnos al éxito.
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